“Es imposible seguir funcionando en este lugar”, subraya Jorge Gutiérrez. No se trata del deficiente estado de los techos y de los baños o de la falta de agua, apunta el director de la Escuela de Bellas Artes (EBA), sino de una situación estructural que no da para más: el edificio es inadecuado y mucho más en tiempos de pandemia. Por eso desde la semana pasada la comunidad de la EBA está movilizada y procura una solución que parece cercana: la mudanza -esta vez definitiva- a la Usina del Bicentenario, en la avenida Sarmiento.
La de la EBA es una historia similar a la de los pueblos nómades. Sin edificio propio, viene peregrinando por locales alquilados, siempre obligada a parchar estructuras ajenas. La actual, en Laprida al 200, fue sede del extinto colegio Herman Hollerith, y antes había funcionado allí una clínica. El año pasado, durante la cuarentena, las autoridades le habían planteado a la UNT -la EBA es una de las ocho escuelas experimentales- lo crítico de la situación. Con la inminencia del inicio del ciclo lectivo ratificaron la decisión de no volver a dar clases en el edificio.
El tema explotó durante los últimos días y trascendió la comunidad educativa universitaria. La comunidad de la escuela se identificó en las redes sociales con la consigna “Un lugar para la EBA ya”, el centro de estudiantes acompañó el reclamo y un video -muy viralizado- expuso la gravedad del tema. El viernes se concretó una reunión con el vicerrector Sergio Pagani y allí se reflotó un proyecto que la EBA había propuesto durante la gestión de Alicia Bardón: reconvertir la Usina en sede permanente de la escuela.
Comenta Gutiérrez que la UNT estaba dispuesta a avanzar con un antiguo plan para localizar la EBA en la quinta agronómica. “Pero nosotros explicamos que ese diseño pertenece a un plan de estudios que ya no tenemos, estaba pensado para otra realidad. Por ejemplo, en ese momento había cuatro talleres y ahora tenemos 14”, detalló.
La EBA, en cambio, barajó otras ideas durante todos estos años de arraigos temporarios y, sobre todo, precarios. Una era instalarse en la manzana del MUNT y otra, interesante y ambiciosa, contemplaba el traslado a Horco Molle proponiendo una integración con la Escuela de Agricultura. “Es un proyecto que va más allá de la construcción de un edificio -destaca Gutiérrez-. Por ejemplo, permite coordinar entre dos escuelas temas como campus deportivo, conectividad, transporte, seguridad, comedor...” Pero había un tercer plan, el referido a la Usina, y fue el que prosperó en la reunión con las autoridades de la UNT. “Es más; fuimos nosotros los que bautizamos del Bicentenario a la Usina cuando lo propusimos por primera vez”, apunta Gutiérrez.
La Usina está bajo el paraguas de la Secretaría de Extensión de la UNT. Funcionan allí algunos talleres del EPAM y dos programas, todos afectados durante 2020 por la pandemia. Extensión tiene la mejor voluntad para ceder el espacio, aunque espera la colaboración del Rectorado para reubicar esas actividades.
Los próximos días serán cruciales porque no hay tiempo que perder. Por ejemplo, hay alumnos que deben las prácticas de taller para cerrar el ciclo 2020, así que en el caso de los que egresan se les brindará una certificación y así no perderán el acceso a la Facultad. La comunidad de la escuela (470 estudiantes contando el nivel medio y el terciario; más de 100 docentes) espera definiciones. Este año el cupo de ingresantes fue para 50 chicos (se inscribieron 160 al sorteo) y de 40 lugares para el terciario (también fueron 160 los aspirantes).
Gutiérrez y su equipo se muestran optimistas. “Notamos la preocupación del vicerrector cuando le planteamos el tema -sostuvo-. La cesión de la Usina sería un gesto histórico que la escuela espera de la UNT desde hace 108 años”. De todos modos, en la EBA se mantienen alertas y listos para visibilizar los reclamos. Los alumnos harán mañana una sentada y los docentes dictarán los talleres en espacios públicos si es necesario. También se concertaron reuniones para explicarles la situación a los padres de los alumnos.
Gutiérrez citó a Juan B. Terán, el fundador de la UNT, quien en un pasaje de “Por mi ciudad” hace alusión a un diálogo que parece hecho a medida de la EBA. “El profesor Ross, eminente americano de la Universidad de Wisconsin, me decía hace unos meses, hablando de nuestro país: ‘en Estados Unidos no se concibe que las escuelas se instalen en edificios arrendados: tan alta función, la primera del Estado, no es posible que carezca de un hogar propio’. Nosotros concebimos bien lo contrario”.